jueves, 1 de julio de 2010

¿Mande?

ARTÍCULO SEMANAL.

Lunes 1 de Julio del 2013.

¿Mande?


Fue de los labios de un ecuatoriano que escuché por primera vez la expresión ¨¿mande? ¨, como respuesta a alguien que le llamaba. Curiosa me pareció esa manera de responder, viniendo yo de un país en el que se responde con ¨dime¨ o ¨¿qué? ¨. Luego de escucharla varias veces durante los días que siguieron, aprecié belleza en ella. Sin indagar en que se tratara de un simple modismo, o de los orígenes históricos de ese uso al responder, me hizo pensar en lo valioso del espíritu servicial.

Investigando luego, supe que en México también es utilizada y que en ciertas regiones de España, es la manera de responder igualmente. ¿Mande?

De algunos comentarios que leí sobre el origen de su uso, noté el descontento de emplearla, por aquellos que la asocian con el tiempo de la conquista española en Centro América. Dicen que era la manera en que los españoles obligaban a los indígenas a responder cuando eran llamados.
Para éstos su uso es humillante. Otros, y con buenas fuentes históricas, explicaban que su uso se originó en las cortes y que era una manera de promover el respeto y el orden dentro del ambiente cortesano.

Leí, inclusive, de una mujer que iniciaba su propia campaña personal, para erradicar su uso en su nación. En el caso de ella, lo percibe como una manera humillante de responder, y en su personal confesión y declaración, añadía en su escrito: ¨No sé recibir órdenes. No resisto que me digan qué hacer. ¨ – Y - ¨Me suena servil. Prefiero responder con un “dígame ud”. ¿Mande? No ha nacido la persona a la que yo le sirva. ¨ -

Evidentemente que más influenciaba su orgullo, en la postura que tomaba con el uso de esa palabra, que sus referencias ¨ históricas  reales o ficticias.

Otros en cambio, procedentes de países en dónde también se usa, indicaron que preservar su uso es preservar la disposición del habitante al servicio al prójimo. Me inclino por esa postura; eso fue lo que hallé con el tiempo en el ¨mande¨ de ciertos países; cómo fomenta el estar dispuesto a servir en lo que honradamente se ofrezca.

Comparando las maneras de responder en otros países, ésta me parece tan noble. No estoy comparando a las personas de distintos países por lo que eligen decir, ya que es probable que sea más por costumbre en la mayoría que por intención lo que se responda, lo que comparo acá es lo qué se dice. Y ese ¨¿mande? ¨ que es equivalente a ¨ ¿En qué puedo ayudar? ¨ o ¨ ¿Qué se le ofrece? ¨, emula a los mecanismos indicados en el plano que Dios trazó al crear. En los motores o máquinas industriales, por ejemplo, vemos la variedad de diseños y tamaños de sus ruedas, que coordinadas y conexionadas unas con otras, se hacen productivas. De igual manera, Dios al crear puso de forma figurativa, dientes y mellas en su creación. Un sector de la naturaleza depende de otra, y esa, de otra, todas llevando en su diseño y función la orden benévola de Dios de servir. No hay un sólo organismo que no dependa de otro organismo, ni que no aporte algo. No hay un organismo que sea totalmente independiente, o que no contribuya en materia o función, y esto incluye a los parásitos.

A lo que me refiero cuando escribo de la belleza del ¨¿mande? ¨, es que me recuerda que estamos para servir y que más allá del aporte biológico que el ser humano pueda rendir, esa expresión dispone voluntariamente al corazón a caminar la milla extra para el bien físico, anímico y espiritual de nuestro semejante.

Sin embargo, para personas como la señora de la ¨campaña¨, responder así, consideran que sería ubicarse en una categoría cercana a la de los esclavos. Por eso no les sale a superficie la entereza que muestra o inspira su uso.

Que un esclavo lo usara, aun siendo un esclavo ¨bien tratado¨, entenderíamos que se trataría de subordinación impuesta, pero que lo emplee gente libre y que lo conserven en sus costumbres de nación, es un hermoso legado del corazón que voluntariamente está presto al servicio.

Cuando se trata del servir a otros, algo tan fundamental, tan básico de la experiencia de vivir en comunidad, la renuencia parece siempre dar su parecer. Está en el corazón del hombre, aparte de en su diseño, la capacidad de servir, y añadiría, la necesidad de servir, pero por nuestra caída naturaleza, también la resistencia.

En uno de los actos más dramáticos e incómodos para un grupo de doce hombres, Jesús quiso enfatizar el deber del servicio.  En ese tiempo se acostumbraba en las casas a tener un lebrillo cerca de la puerta principal, con agua y una toalla, para lavar los pies de los visitantes. Dado el uso de calzado abierto y las condiciones naturales de los caminos, se tenía esa facilidad para que el que arribara liberara sus pies del polvo y las piedrecillas, lavándolos. El que podía pagar a un criado, o tenía algún esclavo, delegaba la labor del lavado de los pies al tal. Donde no había un criado para hacerlo, el ¨auto servicio¨ era la única opción.



La noche previa al arresto de Cristo, estando Él en un aposento cenando con sus discípulos, dice la Escritura: ... ¨ se levantó (Jesús) de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. ¨  Juan 13: 4-5 (Biblia)

El impacto de ese acto del maestro, tuvo que haber sido fuerte para todos los discípulos, aunque sólo uno, y éste de manera enfática, registra la Biblia que protestó. El maestro estaba dando lo que era considerado entonces el servicio de un criado o esclavo, restregando los pies de todos ellos con toalla en sus lomos. Pedro expresó su negativa, no quería dejarse lavar los pies por el Señor. Conocemos que luego que Cristo le recordara a él que para participar del reino de Dios, debía ser humilde, aceptó.

Continúa la narrativa bíblica diciendo: Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Juan 13:12 (Biblia)

Pudiéramos decir que ellos sí sabían de esa función. Lo tuvieron que haber visto con relativa frecuencia. Pero, ¿entenderían qué quería enseñarles Cristo con eso? ¿Lo entendemos hoy?

He notado durante años, en mi personal observación, que tomamos el rito, no el acto del servicio que es la esencia de lo que hizo el Señor ese día. Hemos solemnizado, con música de fondo y todo, un acto en particular, separándolo con fechas específicas, adquiriendo toallas especiales para el momento y asegurándonos de usar calcetines sanos para ese día. Cristo no estaba añadiendo una ceremonia que ocupara un espacio en las asambleas, Él estaba recordándonos que debemos servirnos los unos a los otros con amor, en lo necesario. El lavamiento de los pies de ese día era lo que cualquiera de ellos hubiese podido hacer si hubieran entendido que somos llamados a servir. Habían estado compartiendo juntos en la cena, pero con el polvo del camino en sus pies y entre sus dedos, pequeñas partículas atrapadas. Pero, no habiendo nadie tomado la iniciativa, el Señor dio el ejemplo. Hoy no hace falta el lavamiento de los pies porque nuestro calzado moderno protege los pies de los elementos, en aquél tiempo sí hacía falta. Entendamos, aquello no era un rito, era un acto entre muchos actos, de servicio y amor fraterno, que deben ser realizados diariamente. 

¿Qué equivaldría hoy al servicio de lavar los polvorientos pies de nuestros hermanos? 

Proveer el transporte a la familia de la fe que lo precisa para llegar al mercado por víveres. Lavar la ropa, o regar las plantas con agua, a la anciana de la congregación que ha estado delicada de salud. Llevar a alguien a sus citas médicas.

Y así pudiera mencionar decenas de oportunidades en las cuáles se repite ese ¨lavado de pies¨.

Y por si acaso no habían captado ellos lo que el Señor quería comunicarles, añadió:

Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.   Juan 13: 13-17 (Biblia)

Sí, los y nos llevó al principio del servicio.

Agradable debe ser para Dios, que sondeando el corazón de quién lo busca en oración, vea que el ¨¿mande? ¨ esté acaparándolo.

Y de emotivo impacto para la sociedad que nos rodea, presenciar que nuestros ¨¿ En qué puedo ayudarlo? ¨, o ¨ ¿Qué se le ofrece? ¨,  entre otros, no son simples cortesías del lenguaje, fijados a ciertas fechas, sino la viva manifestación del corazón de un agradecido y entendido siervo.



M. Erskine Rivera
   Julio 2013

Copyright 2013 M. Erskine


1 Comentaron...¿te animas? :

Anónimo dijo...

Bien dijo Jesús que el que sirve será el mayor, y valla que cuesta en algunos casos servir, porque si somos seguidores de Cristo estamos llamados a servir y no a quien nos guste, sino aun a nuestros enemigos, mayormente a los de la familia de la fe. Dios nos ayude y sea la palabra (nuestro decir)llevada a la practica porque ciertamente será mas efectiva y satisfactorio para nuestra alma, pues el servicio pone a prueba lo que realmente está en el corazón.

Entonces, Mande Señor Jesús.

Dios te bendiga hermano.