viernes, 30 de julio de 2010

Así, de repente.



Así, de repente.


Fue de repente. Tal y cómo se nos había dicho. Mis pensamientos quedaron absortos, con una sensación permanente de alivio, y de gozo contra el cuál no hay ley ni fuerza. ¡Qué grado tan elevado de belleza! ¡Qué gloria! 

Él ha tomado tiempo en este trayecto para mirar a cada uno fijamente. Cuando sus ojos, color fuego acogedor, me miraron, reí. Me resultó familiar esa mirada, y aún cuando nos dirigimos a la casa de nuestro Padre, me ha hecho sentír al fin allá. Río de veras; con todo mi cuerpo espiritual envuelto; más liviano que las nubes terrenas que hemos dejado atrás. Lejos han quedado los conflictos humanos. Lejos quedó mi terreno cuerpo. ¡Somos una gran multitud! Y sin haberlo ensayado mantenemos una ruta fija. Las distancias tan vastas de los cuerpos celestes, me parecen cortas ahora. Luces de colores indescriptibles en lenguaje humano, parecen celebrar nuestra marcha por el sendero espacial. Nosotros mismos brillamos.

Tengo luz... He olvidado cómo era mi cuerpo terreno al recibir el nuevo, y estoy feliz. Lo miro a Él... y me desbordo en alabanza. Miro a la multitud de ángeles y redimidos, y río de tal manera que se produce en mi cuerpo espiritual una llamarada mayor que la que experimentaba cuando era tocado por su Espíritu, mientras vivìa allá en la tierra. 

Jesús rie con poder; su risa nos deleita y nos produce bendición. 

¡Esto es gloria!

Nos ha dicho, al espíritu, que el Padre nos espera anhelante. Nunca habìa visto tanta belleza en luz y nunca habìa experimentado libertad en tal grado y magnitud. Ya no anhelo tener alas de paloma, ¡estoy volando! Ya  no estoy suspirando, pues no tengo amarras en las puertas de mi alma; sòlo adoro, celebro, rio y adoro........

Las estrellas titilan rìtmicamente. Soles brillantes como perlas, aplauden con lenguas resplandecientes en su superficie, al sèquito que marcha con nuestro Señor vencedor.

¨El Padre està anhelante¨... vuelvo a escuchar en mi espìritu. Y una fuerte realidad de su amor por nosotros, nos hace avanzar aùn màs por el espacio. Tengo en este momento un gemido extraordinario por verlo. Este es mi hogar. Este ... el reposo por el que inquiriò mi humana naturaleza. Jesùs señala el universo y dice...-Es para ustedes... Porque en mi nombre vencieron-. Cànticos de gloria en lenguajes perfectos, entonan los seres angelicales. Y los redimidos, desbordamos nuestro ser transformado, en una exclamaciòn de admiraciòn dirigida al Cordero.  

Mi ser entero està completo... no hay vacíos... ni agendas pendientes de ayuno en mi alma. ¡Cuànta gloria!  ¡Cuàn bello su rostro! Me mira y comprendo cuànto le costè; lo miro y Èl sabe cuànto lo amo.

Sùbitamente, pero sin ser sorpresa; repentinamente, mas, percibièndolo claramente en el espìritu, Cristo se enfila velòzmente hacia un cùmulo distante de estrellas de colores transparentes, mientras nos dice...-Hemos llegado.-  A la cercana distancia se divisan preciosas  luminarias que señalan el contorno de nuestra patria celestial. Nuestro vuelo està por concluir... las luces indican la proximidad a la anhelada casa de nuestro Padre... y lo pròximo que estamos de verlo.

 Las luces estàn danzando, mientras nos acercamos veloces por una corriente de luz dorada que sirve de antesala a unas enormes perlas que se abren ante nuestra proximidad. Perlas de elevada forma... 

-¡Son las puertas de la gran ciudad!- canta un grupo de àngeles. 
Y al instante, con el Rey vencedor al frente, se abren èstas para dar paso a tan gran tesoro de almas. Yo aùn no he entrado, pero ya Cristo lo hizo y tras Èl, vamos nosotros en una resplandeciente y armoniosa caravana, al eco de Hossanas y Glorias cantadas en eternas notas de gozo. 

Ya estoy cerca de la entrada, y percibo el ambiente de gozo, justicia y paz que hay plasmado y grabado dentro de esta gloriosa ciudad. Veo aùn desde afuera, serafines  centelleantes que revolotean en jùbilo por encima de los que ya han entrado.

Y al fin.... me toca entrar...... Ya casi paso por debajo del arco del perlado dintel de luz viva que emana desde adentro.... Y....

Sòlo esto: Despierta amado. Arregla tu vida y ordena tu casa... 

El Rey viene por nosotros.


En Cristo............Erskine.



M. Erskine Rivera
Copyright Octubre 2006 M. Erskine


Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 
                      Apòstol Pablo                                     

...Y si me fuere y os preparare lugar, vendrè otra vez, y os tomarè a mì mismo, para que donde yo estoy, vosotros tambièn estèis.
                   Nuestro Señor Jesùs.

3 Comentaron...¿te animas? :

Anónimo dijo...

Sí, el Rey viene por nosotros!

¡Me encantó!

Erskine dijo...

Igualmente a mí. ;)

Anónimo dijo...

Hermosa descripción del glorioso recorrido. Muchas veces lo he imaginado, mientras miro al cielo y mi alma salta en mi pecho de anhelo por querer estar con Él. Otras veces cuando en oración Su presencia invade mi ser, le digo: Oh Dios, que este momento no termine nunca, ya quiero estar contigo para siempre.

Son tantas las veces que he deseado mirar Sus ojos, que de solo pensarlo mis ojos se humedecen, y una sensación de hormiguitas invaden todo mi pecho.

Sé que nuestro Padre nos anhela aun mucho más que nosotros a Él, pero por amor a los que aun faltan, es paciente. Sé que pronto llegará ese glorioso día y estaremos con Él en casa, en nuestra verdadera morada; contemplanto la hermosura de Su santidad, llenos de Su gloria y de Su paz. Correremos a Sus brazos y lo adoraremos para siempre.

"Mi ser entero está completo... No hay vacíos... Ni agendas pendientes de ayuno en mi alma. !Cuánta gloria! Cuán bello su rostro! Me mira y comprendo cuánto le costé; lo miro y Él sabe cuánto lo amo."

Me sacaste algunas lágrimas, poeta. Sin duda, Su presencia se hizo sentir. Él viene pronto, muy pronto.

Gracias. Hoy en especial me dio mucho más gusto leerte. Dios bendiga tu vida de una manera especial.