jueves, 1 de abril de 2010

Excelencia.

ARTÍCULO SEMANAL.

Lunes 1 de Abril del 2013.

Excelencia.

En estos días por segunda vez en mi existencia, veía algo que me ponía a reír, por el material jocoso que me brindaba. Dos gansos volando de noche en formación.

La clásica formación de vuelo a manera de uve, ha sido estudiada por la ciencia. Los gansos cubren más distancia en menos tiempo y con menos esfuerzo cuando mantienen esa formación, pues el viento les ofrece menos resistencia, dados los principios de la aerodinámica. El líder, o el que está a la cabeza por el momento (otro toma esa posición de vuelo cuando éste se cansa) emite graznidos que sirven como referencia para que los demás mantengan posiciones, y uno que otro grazna de igual manera, para estimular al grupo. Esto, por lo menos yo, estoy acostumbrado a verlo en grupos de 5 o más gansos. Lo que me ha parecido curioso en esas ocasiones es que han sido sólo dos gansos, y lo que me ha hecho reír es que el de al frente, grazna.

Sólo dos gansos, y el que ´pilotea¨ grazna para mantener al otro en formación.

Pensaba: O el segundo ganso tiene un paupérrimo sentido de orientación, o no ve muy bien, o el que dirige es definitivamente un líder entusiasta. Luego de reírme un poco por todos los posibles escenarios, medité con más seriedad sobre la actitud de ese ganso. Lo que meditaba me llevó a pensar en la palabra ¨excelencia¨. En muchas ramas laborales, alguien como ese ganso estuviera mostrando la calidad de un líder dedicado, haciendo su trabajo fielmente, como le fue encomendado, con pocos o entre muchos.

La excelencia: el proceder con dedicación, fidelidad y empeño, para que el trabajo quede bien hecho.

En una visita que di al país de Venezuela, mientras caminaba por un área de artesanías de una ciudad costera, observaba las distintas obras que entre mesa y mesa vendían. Recuerdo unas figuras en miniatura que llenaban la mesa de un artesano colombiano radicado en Venezuela; bien hechas y con inteligentes detalles daban evidencia de que su autor ponía empeño en su trabajo y de su habilidad artesanal.

Cuando me acerqué a otra mesa, sobre la que se ofrecían diminutas figuras de barcos y yolas, mi impresión fue otra. Esta vez, a pesar de que se trataba de un artesano local, el elemento de la excelencia estaba ausente. No sé si lo noté porque acababa de mirar la mesa del otro artesano y su plausible trabajo, pero saltaba a mi vista la pobre labor de este otro. No era el material usado, ya que hasta con papel se pueden lograr bellezas, ni la falta de detalles, sino el pobre desempeño evidenciado.

Invité a una persona que me acompañaba a mirar con detenimiento las pequeñas yolas. Había desproporción simétrica (un lado desigual al otro); los remos que había adentro parecían haber sido cortados con un cuchillo de mesa; los palitos que servían de mástil tenían escala desproporcionada con el resto de la figura. Estaban pintados sin tomar cuidado de los bordes o los límites de otras secciones de los barcos, como si los hubiera pintado alguien afectado de los nervios. En la pega que se había utilizado para unir las partes, el ´artesano¨ no se había esmerado por ocultarla; se notaba como si le diera publicidad. Luego invité a la persona a la otra mesa y le dije- Compara. De estas dos mesas, en esta hay excelencia.-

Probablemente el que atendía la mesa de los barquitos no era el artesano, pero una cosa era obvia para cualquiera que se detuviera a mirar la calidad de ese trabajo: Su autor no era bueno en lo que hacía. Probablemente era alguien que lo hacía únicamente por el lucro y no porque se interesara en tallar arte de calidad que agradara al cliente e inspirara.

La falta de excelencia en lo que hacemos parte de tantas situaciones, siendo algunas: el desinterés, la desconsideración, la haraganería, la falta de tiempo, la falta de recursos y la ambición desordenada, entre otras.

El hacer las cosas con excelencia es algo que se puede inspirar en el humano, desde su niñez. Y claro, se debiera inspirar desde temprano en la vida.

Cuando la excelencia de alguien depende, para mantenerse, de los que le rodeen, el vejamen o el desprecio de ese círculo relacional pone fin comúnmente a la calidad de trabajo de esa persona ya que se sentiría desalentado y sin motivos para continuar dando lo mejor de sí en su labor. Los casos han de ser diarios y por miles en todo el planeta.

En otra situación, cuando la excelencia de desempeño de alguien está basada en principios, ésta supera la desconsideración de aquellos a quienes se les brinde el fruto del trabajo. Pero aún la excelencia basada en principios puede verse amenazada por el propio corazón del que la porta. Parecieran haber tantas razones en las vivencias humanas que pudieran justificar el que alguien decida dejar de estampar el sello de excelencia en lo que hace.

Hay un comercial que vi, hace unos años, en el que se anunciaban cortes de carnes de animal vacuno. La compañía que cría esos animales pertenece a una comunidad judía jasídica, la cual tiene altos principios de conducta, muchos basados en el ¨Torah¨, o el Antiguo Testamento. Lo que me llamaba la atención era que al final del comercial decían que su excelencia en el producto que ofrecían, era porque (y así decía) -¨Nosotros respondemos a una autoridad mayor.¨

¡Esa es la excelencia que sobrevive!  Cuando lo que se hace bien, se hace porque se está consciente que hay uno por encima de nosotros, Dios, quién merece nuestra honra y quién espera de nosotros lo mejor, y no cuando se hace solamente para agradar al ojo del hombre.

En un contexto que trataba con el desempeño y el trabajo, Pablo dio un consejo al pueblo del Señor, vital para mantener la excelencia en lo que se hace. ¨Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres ... ¨   Colosenses 3:23 (Biblia)

Como parte de la fuerza laboral en distintas compañías, fui testigo y probablemente participante, de cómo los inicios de semana se caracterizaban por una actitud de desgano y desinterés en el desempeño. Los lunes no eran los mejores días para ver la excelencia en la fuerza laboral, a menos que fueran los días de pago. Pero en los viernes, y en especial, si eran los días en los que se cobraba, parecía asomarse la excelencia colectiva.

Nosotros dejamos huellas en nuestro paso por la vida, así como dejamos las digitales en todo lo que tocamos; huellas únicas en cada persona; y trae satisfacción al corazón, asir el deseo de ser personas que dejan una huella de excelencia, y lograr dejarlas en nuestras labores y servicios en la sociedad.

Porque así como aquellas diminutas obras artesanales, me hablaban bien del artesano, quienes miren lo que hicimos y cómo lo hacíamos, concluirán que fuimos portadores de la estampa del autor de la vida, aquél por quien hacíamos todo con excelencia.



M. Erskine Rivera
   Abril 2013

Copyright 2013 M. Erskine


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