jueves, 4 de marzo de 2010

Está pendiente.

ARTÍCULO SEMANAL.

Lunes 4 de Marzo del 2013.

Está pendiente.

¨Pues aun vuestros cabellos están todos contados.¨ Frase conocida, salida de los labios de Jesús,
indicando con eso que todo respecto a nuestra vida humana es conocido en cada detalle, por el Creador del Universo, Dios. ¿Todos nuestros cabellos contados?

Para los que gustan de hacer mofa de verdades incomprensibles, tal declaración les parece exagerada y harían uso de ilustraciones de igual manera hiperbólicas, para hacer el intento de ridiculizarla. Y entre los de la audiencia de personas sarcásticas, habría un elevado volumen de gente incrédula. ¿Cómo va Dios a estar interesado y a estar pendiente de cada detalle en la tierra?

Sin traer a colación la evidencia de diseño que hay en lo existente, que de por sí, habla de que alguien pensó, trazó y creó, y por ende, del interés de ese alguien, Dios, sólo me limitaré por esta vez a mirar el esmero que pone a nuestra cotidiana vida, interviniendo.

Tengo decenas de historias que contar. En muchas estuve presente y en otras no, pero conozco a quienes estuvieron. Comparto una de ellas, y tuvo lugar cuando yo era un adolescente de aproximadamente 15 años. 

Un grupo de familiares y amigos, habían planificado salir un fin de semana a visitar una playa con zona de entretenimiento, en el estado de New Jersey, conocida como ¨Long Branch¨. El lugar estaba repleto. Tanto, que el que manejaba el automóvil, que era pariente mío, tuvo que dar bastantes vueltas buscando espacio para estacionarse. Entre quejas y suspiros de descontento, encontró un espacio en un área algo lejana de la playa y la zona de juegos. 

A excepción de una casa en la distancia y varios automóviles estacionados, era un sector relativamente solitario y cubierto de altas yerbas. Saliendo de allí el grupo, llegamos al área inmediata a la playa, la de los juegos. Noté a los minutos de estar allí que no me había cambiado el calzado, y que había dejado las chanclas (sandalias) en el automóvil. Iba a ser un día largo de caminata en la playa y en el área de los muelles y juegos, por lo que pensé que era sensato que me cambiara el calzado. Me acerqué a mi pariente, algo aprensivo, a pedirle que me permitiera las llaves de su auto, para ir por las chanclas. Él, que era de un genio o carácter difícil, me dio una mirada seria, y con el recordatorio de que el auto estaba lejísimo y con la advertencia de que si perdía las llaves o las dejaba en el auto, les amargaría la vida, me las concedió.

Llegué al sector. Y sí ... estaba lejos. Abrí la puerta del auto, cambié mis zapatos por el calzado cómodo, y tirando de la puerta, vine a darme cuenta que había dejado las llaves encima del asiento. ¿La puerta? Asegurada. ¿Las ventanas? Todas hasta arriba excepto una de las traseras que tenía un pequeño espacio de un poco más de 1/16 de pulgada, entre el cristal y el marco de la ventana.

Miré a mi alrededor. Yerbas altas. En mi mente ya me imaginaba regresando hasta el dueño del auto, dejándole el reporte de lo sucedido, y él, soltando una serie de verbos adornados con caracteres y sazonados con ajenjo. Eso me angustió. ¿Cómo le digo ahora? Las llaves quedaron a la vista, ¿y si mientras voy, alguien lo nota e intenta robarse el auto? Nadie estaba por ese sector en ese momento. Comencé a buscar entre la yerba algún alambre o gancho de ropa, para intentar resolver la dificultad.


Elevé una oración. Hablé al Señor. Llámeme religioso, supersticioso, cándido, pero, le hablé al Señor y le ¨recordé¨ lo incómodo de la situación. Le pedí que me permitiera encontrar un gancho de ropa.

Sí... al que rige el Universo y dirige el paso de los meteoros, un joven le estaba pidiendo un gancho de ropa.

No se cumplieron los 5 minutos de haber terminado de pedirle ayuda a Dios, cuando de un lado de aquel herbazal escuché unas voces. Eran dos americanos que venían caminando por encima del pasto en dirección hacia la playa. Lo interesante es que uno de ellos, llevaba enrollado en su cabeza un gancho de ropa. ¿Cuáles podían ser las probabilidades de que alguien caminara justo en ese momento por ese lugar y con alambre alrededor de la mollera?

Mi inglés era de estudiante elemental en ese tiempo, pero, había que hacerse entender aunque fuera con mímicas.

Me entendieron. Se desenrolló el gancho y por el pequeño espacio disponible de la ventana del auto, logró asir el seguro y abrir la puerta. Tuve de vuelta las llaves y agradecido con Dios y  sus ¨ministros¨, aquél pariente tuvo un plácido día en Long Branch. Nunca se enteró.

¿Quién respondió a mi necesidad? ¿Quién se enteró de mi ¨trivial¨ situación?
Alguien a quien le importo. Y hasta dónde recuerdo, fue a Dios a quién pedí ayuda.

Muchos se quejan del inicio de la semana laboral. De hecho, para darle un toque más optimista a los lunes, titulé esta sección de la manera como aparece: Gracias a Dios es lunes.

Si pensáramos seriamente en el interés que tiene el Dador de la Vida, en intervenir en nuestro diario transitar, y si lo pidiéramos en la actitud y disposición correctas, los lunes serían celebrados; habría más expectativas profundas, por rutinarios u hostiles que fueran los pronósticos humanos.

Sí, aun nuestros cabellos están contados. Su cifra, la tiene al tanto el que nos creó y el que concede como tantos dones y beneficios, los días lunes.




M. Erskine Rivera
   Marzo 2013

Copyright 2013 M. Erskine


2 Comentaron...¿te animas? :

Anónimo dijo...

"En mi mente, ya me imaginaba regresando hasta el dueño del auto, dejándole el reporte de lo sucedido, y él, soltando una serie de verbos adornados con carácteres y sazonados con ajenjo. Eso me angustió".

Esta parte me hizo reír, por la forma jocosa en que hoy describes la supuesta reacción de aquel pariente, pero que en ese momento lo que menos te causaba a ti, era risa; pobre de ti, imaginando el desenlace un tanto caótico, que seguramente terminaría con amargarles la vida, como bien dijiste.

Pero, ahí estabas tú, elevando una oración al que todo lo puede y lo pudo, y ahí estaba nuestro grandioso Dios, obrando a favor de este jovencito y aumentando su fe, para que más adelante, lo escribiera como testimonio, un día lunes, para aumentar la fe de otros.

"Si pensáramos seriamente en el interés que tiene el Dador de la Vida, en intervenir en nuestro diario transitar, y si lo pidieramos en actitud y disposición correctas, los lunes serían celebrados.
Habrían más expectativas profundas, por rutinarios u hostiles que fueran los pronósticos humanos".

Hoy precisamente, después de haber buscado algo importante varias veces, opté por buscarlo en la que parecía ser mi última opción, una cajita de cartón, que alguien me había guardado en su casa. Después de buscar dentro de ella sin éxito; un joven siervo de Dios que se encontraba conmigo, me pregunto: ¿Ya le oraste al Señor para que te diga dónde puedes buscar? -Le dije !no! porque casi segura estaba que la encontraría aquí.

Él, después de haberme escuchado decir en varias ocasiones qué era lo que iba a hacer. Elevó una oración para que el Señor me mostrara dónde buscar y posteriormente me dio algunas sugerencias de algunos posibles lugares.

Cuando regresé a buscar en uno de los lugares donde el siervo de Dios me dijo que buscara... Allí estaba el famoso artefacto. Jaja, y yo que decía que ya no tenía dónde más buscar. Hoy Lunes, el Señor escuchó la oración de aquel joven y resolvió el problema que tanto me aquejaba. Gracias a Dios por su respuesta, gracias a Dios por el siervo que oró, gracias a Dios por su gracia y favor, y gracias a Dios por el lunes.

"Sí, aun nuestros cabellos están contados. Su cifra, la tiene al tanto el que nos creó y el que concede como tantos dones y beneficios, los días lunes".

Hermoso y certero final. Bendiciones poeta, es un placer leerle. Gracias por compartir su inspiración.

Erskine dijo...

Saludos.

Ahí estuvo nuestro grandioso Dios, como bien escribe, anónimo(a).

También, según indica, tiene su propio testimonio, y, de lunes.

Me inspira saber que Dios la guió hacia aquello que buscaba. Gracias de igual manera por compartirnos ese suceso de intervención divina.

Gracias lector(a)por su paso, comentario e impresión.

Que Dios bendiga su vida.