jueves, 25 de febrero de 2010

¿Y qué vamos a hacer?

ARTÍCULO SEMANAL.

Lunes 25 de Febrero del 2013.

¿Y qué vamos a hacer?

Anuncié en una ocasión a algunos de mi familia, que daríamos un viaje a un área de recreación natural en la parte norte de New Jersey. Recuerdo que, mientras visitaba a mi madre, días antes, una sobrina mía entre los 9 a 11 años, me preguntó sobre el paseo que daríamos ese sábado. Le dije lo que le había dicho a cada persona que iría: - ¨Es un lugar con espacio para caminar, con un lago y varias venas de ríos. Tiene senderos y te entregan mapas, para que escojas qué sendero prefieres, ya que algunos de ellos llevan a la parte alta de alguna montaña, desde donde se ve el paisaje alrededor.¨ - Y añadí -¨No llevaremos juegos electrónicos de ningún tipo, ni juegos de tableros.¨-

Ella quedó en silencio; con su boca medio abierta y su mirada hacia un lado de la sala. Y volviendo su mirada hacia mí, casi en protesta preguntó- ¨¿Y qué vamos a hacer allí?¨

En otra ocasión, hubo un apagón en toda la ciudad en la que vivo. La corriente eléctrica no estuvo al acceso por varias horas. Un hombre me comentó que durante ese tiempo sin electricidad, su hijo se acercó a comunicarle que no podía usar su mini tablero electrónico para jugar, ni ver televisión,  y procedió a dictarle una lista de cosas que no podía hacer, debido a la falta de corriente; e inmediatamente le preguntó a su papá- ¨¿Qué vamos a hacer ahora?¨-

En ambos casos, y casos demasiado comunes en nuestra época, verse privados del entretenimiento electrónico por un día o algunas horas, pareció devastador a estos jovencitos.

Lo he dicho, posiblemente, más de 30 veces- ¨No envidio a la niñez de hoy.¨-

En muchos sectores hay niños y jóvenes que no han sentido el frío de las patitas de una rana sobre el dorso de la mano. No han trepado un árbol. No conocen la diferencia entre una quebrada y un río. No han disfrutado el deslizarse en una caja de cartón aplastada, ni han construido con sus propias manos una chiringa de papel, o un simple avioncito. No han jugado haciendo bolitas de barro, o lanzado al aire las curiosas semillas con hélices.

                                                             
No han disfrutado el acostarse sobre la grama, en horas tempranas de la noche, mientras absortos miran el telón celeste esperando los repentinos cruces de las estrellas fugaces.

Están absortos con  las avanzadas gráficas de los aparatos electrónicos. La incesante carrera para batir el record del recién adquirido juego, los ha aislado de sus padres, sentados a pocos pies de distancia. Con audífonos aferrados a sus orejas una gran parte del tiempo, han desaparecido en cuerpo presente, de las conversaciones de la mesa. (Por cierto, en unos 50 años, habrá una enorme cantidad de ancianos sordos.) La lluvia ya no los llama a disfrutarla; hay que bajar la última canción juvenil al pequeño dispositivo de archivos de música. Los viajes distantes en auto hacia el norte, no les hace diferencia a los que llevan al sur; van durante casi todo el viaje, con su cabeza inclinada a la pequeña pantalla y sus dedos pulsando teclas.

En mi niñez, difícilmente nuestra cabeza se inclinaba durante un paseo en auto. Hasta una vaca en el camino, nos resultaba distracción amena.

En una ocasión, un padre de familia, me mostraba con orgullo el buen par de pantallas para ver películas, que había instalado en su mini van. Él lo veía como una solución a los largos viajes familiares, yo lo vi como un gran obstáculo para el disfrute de tales viajes. Pensaba- ¨Esos hijos ya están algo distanciados dentro de la casa con tanto aparato de entretenimiento, y a una de las pocas oportunidades para  alejar a esos muchachos de los ¨píxeles¨ y ¨buscadores¨, este padre acaba de eliminarla.¨-

Aún no tengo familia hecha, pero concediéndolo el Señor, no cambiaré los bloquecitos de madera con letras, por tablitas computarizadas, ni los viajes a campo abierto con mis hijos, por salidas al departamento de electrónicos tras la última versión de ¨Velocidad Fatal¨. 

Los aparatos no son malos en su esencia misma. Primeramente es lo que se transmite en y por ellos. Pero también es, lo temprano en la vida en que estos dispositivos pasan a las manos y al corazón. He sabido de niños pequeños, que ya tienen (gracias a los adultos) acceso y son dueños de artefactos de conexión inalámbrica.

-¨Se fue de viaje¨- decimos en silencio cuando sabemos de alguien conocido que está en el estado avanzado de la enfermedad de Alzheimer. Y de alguna manera figurativa, y me temo,  que en muchos casos, literal, nuestros jóvenes se han ido. Sí ... se han ido por el laberinto del entretenimiento desmedido y las conexiones virtuales.
                                                          
Algo grave dentro de esto, es que gracias al enfoque liberal, sensual, materialista, egocentrista, de un gran número de estos juegos, programas, temas musicales y páginas en general, nuestros muchachos van perdiendo la noción de lo que es moralmente correcto. Los valores familiares y el valor de la familia, llegaron a ser únicamente un concepto, en la mente de una significativa parte de los jóvenes de la década del 70; en nuestro tiempo, para muchos de estos jovencitos, son términos sin valor.

Lo más grave: muchos de estos jovencitos perciben a Dios como una vaga idea.

Si no son capaces de encontrar belleza en una puesta de sol, ni ser atraídos por la emoción de una caminata al prado, ¿qué les puede estimular, cuando oyen alguna plática acerca del Creador?

Pudiera sonar fatalista para alguno, pero dé una mirada objetiva y sincera a lo que se ha convertido en prioridad para los niños y jóvenes en países donde hay facilidad de adquirir lo computarizado. Examine detrás de qué premios e incentivos van. Luego deduzca.

Y  si fuera a señalar el uso extremo que tiene el adulto de estos mismos artefactos, recordaríamos que el problema es de grandes proporciones.

Es con esos adultos, los padres de familia, que comenzarían los pasos para minimizar algo del daño causado a los hijos, por exponerlos tan temprano y exageradamente a ese mundo virtual.

Dirección sabia con el ejemplo, tiempo de calidad con ellos, manejo sensato de lo que se usa en casa, se hace en casa y se dice en casa, son pasos necesarios si se quiere recuperar algo. También, promover actividades en familia en donde se valore en participación y en atención a cada miembro; y de una manera real, de nuevo, con el ejemplo, hacerles saber que hay un Dios Creador y que Él, ha tenido planes y dones para ellos que sobrepujan en importancia y resultados, a lo que el entretenimiento computarizado ofrece.

No es un llamado a salir a los pantanos a buscar ranas y a ponérselas en sus manos; es a rescatar la vivencia del contacto con Dios, la familia, el prójimo y el disfrute de la creación en general... pero de cerca.


M. Erskine Rivera
   Febrero 2013

Copyright 2013 M. Erskine


1 Comentaron...¿te animas? :

Anónimo dijo...

Me hizo reir, añorar mis días de niñez, llorar y reflexionar en lo que dice que es una realidad con los niños en la actualidad y de lo que pierden en esas máquinas electrónicas,Dios nos ayude para enseñar a nuestros hijos tengan ese equilibrio, porque eso tambien es saludable y a valorar la naturaleza hermosa que nos ha dado Dios.

¡Me encanto!